Desde sus inicios el Jazz fue considerado como un arte
progresista, abierto siempre a la incorporación de nuevas técnicas, armonías,
ritmos y melodías cada vez más complejas.
Resulta llamativo que esta actitud progresista procediera de los miembros de la clase social más desposeída de los Estados Unidos. Era vista con desconfianza por la clase dominante y en ocasiones menospreciada y ridiculizada incluso dentro de la propia sociedad negra.
Resulta llamativo que esta actitud progresista procediera de los miembros de la clase social más desposeída de los Estados Unidos. Era vista con desconfianza por la clase dominante y en ocasiones menospreciada y ridiculizada incluso dentro de la propia sociedad negra.
A principio de la década de los cuarenta el jazz se estaba acomodando junto a cientos de orquestas de baile. Los
músicos habían asumido su papel dentro del mundo del espectáculo. Su
misión era procurar distracción a la gente que acudía a sus actuaciones, dejando
en un segundo plano sus inquietudes o ambiciones musicales. La era del Swing
había sido exprimida hasta el límite de sus posibilidades y los grandes
solistas sólo repetían, las mismas formulas musicales noche tras noche.
Ante esta situación comenzaba a cocerse entre bastidores lo
que era una constante en la vida de
cualquier músico de jazz. El afán de experimentación. La búsqueda de los
límites de su instrumento y
consecuentemente los suyos propios.
Dos de los máximos
exponentes de este movimiento fueron Charlie Parker y Dizzy Gillespie.
Todo surgió en las “Jam Sessions” que tenían lugar en
algunos clubs nocturnos de New York, donde se reunían los músicos, que
liberados de las obligaciones con sus respectivas bandas, aprovechaban la ocasión para dejarse llevar y
enfrascarse en interminables y memorables batallas musicales. Allí germinó un
sonido nuevo, un repertorio de temas disonantes con melodías llenas de cambios
bruscos, que expresaban un concepto distinto de la estética melódica al uso.
Podemos citar como componentes de este colectivo a Charlie
Christian (guitarrista de Benny Goodman), Charlie Parker (saxofonista de Earl
Hines), Dizzy Gillespie (trompetista de Cab Calloway), Thelonious Monk (pianista de Coleman Hawkins) y Dexter Gordon (saxofonista de Louis Armstrong), entre otros. Todos
ellos, músicos de grupo que ajenos a las presiones comerciales que
condicionaban a los directores de banda de la época, eran libres de llevar este nuevo sonido hasta
sus últimas consecuencias.
Thelonious Monk, autodidacta y con un estilo único en sus improvisaciones.
Practicaban casi en secreto su arte, entusiasmados, mostrando su otra música. En estos momentos, su marginalidad no estaba bien vista principalmente por el color de su piel. La mayoría de la población blanca no admitía sus devaneos nocturnos ni sus incursiones fuera de lo establecido. Nada que pudiera atentar contra sus tradiciones. Pero
estos nuevos músicos exigían su aceptación como verdaderos
artistas, como profesionales de la música que en esos momentos estaban creando.
Atrás habían quedado los tiempos de las multitudinarias Big Bands, los repetitivos acordes del Swing o la utilización del Jazz como música de fondo para los bailes
sociales.
Descarada y sin inhibiciones, clandestina y nocturna, esta
música pedía paso a marchas forzadas. Imparable, estaba naciendo el primer Jazz
moderno o Be-Bop, como pronto fue bautizado.
Theodore "Fats" Navarro,
trompetista estadounidense con una inmensa capacidad creativa. A pesar de
su temprano fallecimiento a los 26 años,
se convirtió en una de las figuras del circuito de clubs y del naciente Be-Bop
A menudo los compositores de Be-Bop se limitaban a dar un
nombre exótico y una nueva melodía más compleja a los acordes de viejos
standards. Así “I Got Rhythm” y “How Hight the Moon” prestaban sus armonías a “Anthropology” y “Ornithology”.
Los beboppers preferían los pequeños combos al sonido de
moda de las Big bands. La sección rítmica se mantuvo con piano, contrabajo,
batería (a veces con alguna guitarra) y en primera línea los saxofones,
trompetas y trombones.
“Anthropology” interpretada
por Bud Powell (acompañado por
Jorn Elniff y N.H. Orsted Pedersen) en el Café Montmartre de Copenhagen en
1962.
El modo de tocar los instrumentos sí experimentó grandes cambios.Las improvisaciones se hicieron más rápidas y complejas. Excitantes, por la gran velocidad a la que eran ejecutadas. Las sincopas y los fraseos eran ahora menos predominantes. Este dio a la música un sonido quejumbroso e incisivo y confería a cada frase una sensación de leve desequilibrio.
Nunca antes la técnica instrumental había sido tan decisiva para el sonido de la música de Jazz.
Evidentemente no fue un producto de consumo comercial y los periódicos no dejaron constancia de su existencia. Las compañías discográficas no siguieron su evolución y por lo tanto no plasmaron en acetato sus intervenciones. Solo técnicos de sonido aficionados estaban dispuestos a llevar sus rudimentarios equipos a estos locales nocturnos o a reuniones privadas donde se practicaba la nueva música.
Nunca antes la técnica instrumental había sido tan decisiva para el sonido de la música de Jazz.
Evidentemente no fue un producto de consumo comercial y los periódicos no dejaron constancia de su existencia. Las compañías discográficas no siguieron su evolución y por lo tanto no plasmaron en acetato sus intervenciones. Solo técnicos de sonido aficionados estaban dispuestos a llevar sus rudimentarios equipos a estos locales nocturnos o a reuniones privadas donde se practicaba la nueva música.
Max Roach y Clifford Brown, este último en el que se habían depositado grandes esperanzas vio truncada su carrera por un accidente de coche que provocó su muerte a la edad de 25 años.
Así pues, estos creadores del nuevo sonido bautizado como
"Be-Bop" o "Bop", consiguieron realizar una revolución
melódica, armónica y rítmica y lo más importante, fueron por unos instantes “buscadores de la libertad” musical.
Alguien, alguna vez pregunto a Charlie Parker, que significaba la
palabra "Be-Bop". Charlie, tan sarcástico como siempre, contestó que se
les había ocurrido porque aquella palabra sonaba igual que la porra de
un policía en el cráneo de un negro.
Charlie!! Haz tu magia.